El vino produce burlones; la bebida alcohólica lleva a
la pelea.
Los
que se dejan llevar por la bebida no pueden ser sabios.
2 La furia del rey es como el rugido del león;
quien
provoca su enojo, pone en peligro su vida.
3 Evitar la pelea es una señal de honor;
solo
los necios insisten en pelear.
4 Los que por pereza no aran en la temporada
correspondiente
no
tendrán alimento en la cosecha.
5 Aunque el buen consejo esté en lo profundo del
corazón,
la
persona con entendimiento lo extraerá.
6 Muchos se dicen ser amigos fieles,
¿pero
quién podrá encontrar uno realmente digno de confianza?
7 Los justos caminan con integridad;
benditos
son los hijos que siguen sus pasos.
8 Cuando el rey se sienta a juzgar en el tribunal,
analiza todas las pruebas,
y
separa lo malo de lo bueno.
9 ¿Quién puede decir: «He limpiado mi corazón;
soy
puro y estoy libre de pecado»?
10 Pesas falsas y medidas desiguales,
el Señor detesta
cualquier tipo de engaño.
11 Aun a los niños se les conoce por su modo de
actuar,
si
su conducta es o no pura y recta.
12 Los oídos para oír y los ojos para ver;
ambos
son regalos del Señor.
13 Si te encanta dormir terminarás en la pobreza.
¡Mantén
los ojos abiertos y tendrás comida en abundancia!
14 El comprador regatea el precio diciendo: «Esto
no vale nada»,
¡y
después se jacta por una buena compra!
15 Las palabras sabias son más valiosas
que
mucho oro y multitud de rubíes.
16 Al que salga fiador por la deuda de un
desconocido, pídele una garantía.
Exígele
un depósito como garantía si lo hace por extranjeros.
17 El pan robado tiene un sabor dulce,
pero
se transforma en arena dentro de la boca.
18 Con buenos consejos los planes tienen éxito;
no
entres en guerra sin consejos sabios.
19 El chismoso anda por ahí ventilando secretos,
así
que no andes con los que hablan de más.
20 Si insultas a tu padre o a tu madre,
se
apagará tu luz en la más densa oscuridad.
21 Una herencia que se obtiene demasiado temprano
en la vida
al
final no es de bendición.
22 No digas: «Me voy a vengar de este mal»;
espera
a que el Señor se
ocupe del asunto.
23 El Señor detesta
el engaño;
no
le agradan las balanzas adulteradas.
24 El Señor dirige
nuestros pasos,
entonces,
¿por qué tratar de entender todo lo que pasa?
25 No te acorrales al hacer una promesa apresurada
a Dios
y
calcular el costo después.
26 El rey sabio esparce a los perversos como
trigo,
y
luego los atropella con su rueda de trillar.
27 La luz del Señor penetra
el espíritu humano
y
pone al descubierto cada intención oculta.
28 El amor inagotable y la fidelidad protegen al
rey;
su
trono se afianza por medio de su amor.
29 La gloria de los jóvenes es su fuerza;
las
canas de la experiencia son el esplendor de los
ancianos.
30 El castigo físico limpia la maldad;
semejante
disciplina purifica el corazón.