A lo largo de la historia, Dios ha llamado a su pueblo a seguirlo.
Ese mandato divino a dejar todo y seguirlo es el quid de los
Evangelios. Dios no necesita de los tomadores de decisiones, El
necesita oyentes. Él está buscando a aquellos que oirán su voz y
responderán, siguiéndolo hasta los confines de la tierra.
Moisés no tomó sus propias decisiones en relación con la
construcción del tabernáculo, pero "procedió a hacer todo lo que el
Señor le había mandado" (Éxodo 40:16). En todos los viajes de los
israelitas, siguieron la nube como se les indicó, nunca moviéndose a
menos que la nube lo hiciera (v. 36-37). No era su lugar el
determinar cuándo ni a dónde ir. Eran totalmente dependientes de la
dirección de Dios.
Después de que fue bautizado en el Jordán, "el Espíritu Santo llevó
a Jesús al desierto" (Marcos 1:12). Sin cuestionar o dudar, Jesús
siguió el Espíritu y se fue a un lugar menos confortable. De la
misma manera, muchas veces tu mente no puede comprender las
instrucciones de Dios, pero podés ser guiados por Él por su
espíritu, porque sos "el templo del Espíritu Santo".
Pablo dijo: "Porque todos los que son guiados por el Espíritu de
Dios son hijos de Dios" (Romanos 8:14). La nube de Dios ya no está
por encima tuyo, ¡pero está dentro tuyo! Esperá la "nube de paz"
antes de moverte en cualquier dirección. No tomes una decisión
apresurada, sino simplemente proponete de hoy en adelante seguir a
Jesús (el Cordero) por dondequiera que vaya (Apocalipsis 14:4).
44 días pasaron, 321 esperan. |