Nunca hubo un pueblo más emocionado y generoso con el cumplimiento
de una visión que Israel con la construcción del tabernáculo en el
desierto. Los israelitas estaban tan agradecidos a Dios por
librarlos de Egipto, que se deleitaban en dar de sus posesiones y
trabajo para construir un magnífico santuario. Cargados con la plata,
oro y joyas que los egipcios les habían dado la noche de su partida,
ellos voluntariamente dispusieron sus corazones a trabajar, coser, y
construir.
El ejemplo de los israelitas ejemplifica el poder de la iglesia
unida por una visión común. ¿Por qué no captar la visión de tu
iglesia y aplicar esa fuerza y los recursos a tu disposición para
hacer de esta visión una realidad? ¿Qué te ha dado Dios? ¿Un
talento? ¿Algunos ingresos inesperados? ¿Algún tiempo extra?
Encontrá la visión que Dios está construyendo en vos y tu iglesia y
luego trabajá con toda tu alma para alcanzar esa meta, hasta que
tengan que decirte: "¡Basta!"
Jesús dio su todo en la cruz. Él no retuvo nada. Lo menos que podés
hacer es dar generosamente de los recursos que el beneficio de su
muerte aseguró para vos.
Si en los 42 días que pasaron no lo hiciste, dedicá los 323 que faltan,
para darte a Dios. |