No te jactes del mañana,
ya
que no sabes lo que el día traerá.
2 Que te alabe otro y no tu propia boca;
que
lo haga un desconocido, no tus propios labios.
3 Una piedra es pesada, y la arena también,
pero
el resentimiento causado por el necio es aún más pesado.
4 El enojo es cruel, y la ira es como una
inundación,
pero
los celos son aún más peligrosos.
5 ¡Una reprensión franca
es
mejor que amar en secreto!
6 Las heridas de un amigo sincero
son
mejores que muchos besos de un enemigo.
7 El que tiene el estómago lleno rechaza la miel;
pero
al hambriento, hasta la comida amarga le sabe dulce.
8 El que se aleja de su hogar
es
como el ave que se aleja de su nido.
9 El perfume y el incienso alegran el corazón,
y
el dulce consejo de un amigo es mejor que la confianza
propia.
10 Nunca abandones a un amigo,
sea
tuyo o de tu padre.
Cuando ocurra la calamidad, no tendrás que pedirle ayuda
a tu hermano.
Mejor
es recurrir a un vecino que a un hermano que vive lejos.
11 Sé sabio, hijo mío, y alegra mi corazón.
Entonces
podré responder a los que me critican.
12 El prudente se anticipa al peligro y toma
precauciones.
El
simplón sigue adelante a ciegas y sufre las
consecuencias.
13 Al que salga fiador por la deuda de un
desconocido, pídele una garantía.
Exígele
un depósito como garantía si lo hace por extranjeros.
14 Un saludo alegre y en voz alta temprano en la
mañana,
¡será
considerado una maldición!
15 Una esposa que busca pleitos es tan molesta
como
una gotera continua en un día de lluvia.
16 Poner fin a sus quejas es como tratar de
detener el viento
o
de sostener algo con las manos llenas de grasa.
17 Como el hierro se afila con hierro,
así
un amigo se afila con su amigo.
18 Como a los que cuidan de la higuera se les
permite comer del fruto,
así
serán recompensados los empleados que protegen los
intereses de su patrón.
19 Así como el rostro se refleja en el agua,
el
corazón refleja a la persona tal como es.
20 Así como la Muerte y la Destrucción nunca
se sacian,
el
deseo del hombre nunca queda satisfecho.
21 El fuego prueba la pureza del oro y de la
plata,
pero
la persona es probada por las alabanzas que
recibe.
22 Es imposible separar al necio de su necedad,
aunque
lo muelas como al grano en un mortero.
23 Mantente al tanto del estado de tus rebaños
y
entrégate de lleno al cuidado de tus ganados,
24 porque las riquezas no duran para siempre,
y
tal vez la corona no pase a la próxima generación.
25 Cuando se haya cosechado el heno y aparezca la
nueva cosecha
y
se recojan las hierbas de los montes,
26 tus ovejas proveerán la lana para vestirte,
y
tus cabras servirán para comprar un campo.
27 Y tendrás suficiente leche de cabra para ti,
para
tu familia y para tus criadas.