La Sabiduría edificó su casa,
labró
sus siete pilares.
2 Preparó un gran banquete,
mezcló
los vinos y puso la mesa.
3 Envió a sus sirvientes para que invitaran a todo
el mundo.
Ahora
convoca desde el lugar más alto con vista a la ciudad:
4 «Entren conmigo», clama a los ingenuos.
Y
a quienes les falta buen juicio, les dice:
5 «Vengan, disfruten mi comida
y
beban el vino que he mezclado.
6 Dejen atrás sus caminos de ingenuidad y empiecen
a vivir;
aprendan
a usar el buen juicio».
7 El que reprende a un burlón recibirá un insulto
a cambio;
el
que corrige al perverso saldrá herido.
8 Por lo tanto, no te molestes en corregir a los
burlones;
solo
ganarás su odio.
En cambio, corrige a los sabios
y
te amarán.
9 Instruye a los sabios,
y
se volverán aún más sabios.
Enseña a los justos,
y
aprenderán aún más.
10 El temor del Señor es
la base de la sabiduría.
Conocer
al Santo da por resultado el buen juicio.
11 La sabiduría multiplicará tus días
y
dará más años a tu vida.
12 Si te haces sabio, serás tú quien se beneficie.
Si
desprecias la sabiduría, serás tú quien sufra.
Llamado de la Necedad
13 La mujer llamada Necedad es una atrevida
y
aunque no se da cuenta es una ignorante.
14 Se sienta a la entrada de su casa,
en
el lugar más alto con vista a la ciudad.
15 Llama a los hombres que pasan por ahí,
ocupados
en sus propios asuntos.
16 «Entren conmigo», les dice a los ingenuos.
Y
a los que les falta buen juicio, les dice:
17 «¡El agua robada es refrescante;
lo
que se come a escondidas es más sabroso!».
18 Pero lo que menos se imaginan es que allí están
los muertos.
Sus
invitados están en lo profundo de la tumba.