¡Qué importante es tener tu propio conocimiento de la Palabra de
Dios! Lo que tus padres o abuelos conocían y te enseñaron acerca de
la Palabra de Dios no debe ser tu única fuente de revelación. Tus
propios ojos deben ver la Palabra de Dios, y entonces deben
guardarla en tu corazón.
Si Salomón había obedecido el mandato de Moisés de hacer una copia
manuscrita de la ley (Deuteronomio 17:14-20), habría sabido por sí
mismo algunas cosas importantes. Por ejemplo, habría sabido de no
adquirir caballos de Egipto, tener varias esposas, o acumular
grandes cantidades de plata y oro (vv. 16-17). La obediencia a estos
tres simples mandatos le habría impedido todas sus angustias. De
hecho, sin embargo, estos fueron los mismos pecados que cometió (1
Reyes 10:26-11:13).
¡Qué tragedia! Si sólo Salomón hubiera guardado la Palabra de Dios
en su corazón, él no habría pecado contra Dios (Salmo 119:11).
Tu propio estudio personal, el estudio diligente, diario, de la
Palabra, sin duda, te protegerá de muchos engaños y angustias.
Moisés dejó establecida una orientación adecuada para un rey,
instruyéndole que la leyera todos los días durante toda su vida. De
la misma manera, si lees la Palabra de Dios cada día y guardas sus
verdades en tu corazón, estarás equipado para vivirla.
89 días pasaron! Aún tenés 276 por delante para que la palabra de
Dios sea tu guía y tu verdad.
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