La fe es confianza, y la confianza es fe. Cuando un depósito se
coloca en una cuenta de fideicomiso, podemos tener la confianza de
que es seguro. ¿Confiamos en Dios así? Es fácil confiar en Él cuando
estamos en control, pero ¿qué pasa cuando la situación se mueve
fuera de nuestro control? ¿Podemos confiar en Él en todo momento?
David pasó por tiempos difíciles, pero en cada situación él
derramaría su corazón a Dios (Salmos 62:8) como su confidente Jefe y
Refugio.
Todo el mundo confía en alguien o algo, y con muchos, es su dinero.
"No te ganes la vida mediante la extorsión ni pongas tu esperanza en
el robo. Y si tus riquezas aumentan, no las hagas el centro de tu
vida." (Salmo 62:10). Pablo le dijo a Timoteo que "...los que son
ricos en este mundo no estén orgullosos y no confíen en su dinero,
que pronto se irá. Pero su confianza debe estar en el Dios vivo, que
nos da abundantemente todo lo que necesitamos para nuestro disfrute"
(1 Timoteo 6:17).
Debemos desconectar nuestra confianza de cualquier cosa de este
mundo: el dinero, las promesas de los demás, incluso a nosotros
mismos. Por tanto, debemos transferir nuestra confianza total a Dios
y estar tranquilos, convencidos de que el depósito está a salvo!
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