Prácticamente no se puede encontrar un mejor ejemplo de fe que en la
historia de la pequeña doncella llamada María. Aunque era joven y de
una ciudad humilde en Galilea llamada Nazaret, María creyó a Dios.
Debido a su convicción, todas las generaciones la han llamado
bendecida.
Los ejemplos de la Biblia son muchos de aquellos a quienes Dios
exaltó. Como nación, Israel fue bendecido y exaltado. Cuando Balac
trató de maldecir al pueblo de Dios, Dios le dijo: "No debes
maldecir a esta gente, porque yo los he bendecido". (Números 22:12).
Otro ejemplo de la exaltación del Señor se encuentra en la vida de
David, quien fue sacado del campo mientras cuidaba unas pocas ovejas
y exaltado para ser rey de Israel. José, quien estaba languideciendo
en una prisión egipcia, también fue testigo de la bendición del
Señor que lo llevó a la mano derecha de Faraón en exaltación.
Debemos valorar la bendición del Señor sobre nuestras vidas porque
nos exalta ante los paganos y le da gran gloria a Dios. Que la
bendición otorgada a una simple virgen de Nazaret nos recuerde una
verdad eterna: ¡el "brazo poderoso de Dios hace cosas tremendas!
¡Cómo esparce a los soberbios y altivos! Él ha tomado príncipes de
sus tronos y exaltado a los humildes" (Lucas 1:51-52).
¡Sé bendecido... entonces exaltado!
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