Jesús estaba ocupado en la obra de Dios. Sus días estaban llenos de
actividad divina en la curación de los enfermos, expulsando
demonios, y predicando el Evangelio. A lo largo de su agitada
agenda, sin embargo, mantuvo una constante: la comunión con Dios.
Dicha práctica fue el secreto del poder del ministerio de Jesús.
No debes estar más interesado en la obra del Señor que en el Señor
de la obra! Pasar tiempo con Dios ofrece una recarga continua de tu
batería espiritual. A medida que estés en comunión con Él, serás
capaz tanto de escuchar su dirección y disfrutar de su presencia.
En Levítico 3:1 Moisés habló de la ofrenda de paz. Esta fue una
ofrenda dada al Señor simplemente para expresar adoración y amor a
Él. Después de que Jesús había pasado tiempo a solas en oración y
adoración al Padre, Él sabía la dirección que debía tomar y lo
compartió con sus discípulos: "Tenemos que ir a otras ciudades
también, y voy a predicar a ellos, también, porque es para eso que
vine" (Marcos 1:38).
Mientras te vas acercando a expresar tu amor por el Señor en tu
lugar secreto de oración, el Señor te mostrará el siguiente
movimiento para tu vida. Así que dejá a un lado las cosas
mundanas, subí al monte de Dios cada mañana, y refrescate,
redirigite, y reencendete!
45 días pasaron, 320 esperan.
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