Hay algo acerca de un sacrificio de amor que Dios llama un "olor
fragante" (Éxodo 29:18). El carnero puro y sin mancha que se quemó
en su totalidad en el altar era un sacrificio aceptable que resultó
agradable a Dios. De la misma manera, el mundo se llenó del olor del
pecado hasta que se le ofreció el dulce olor del sacrificio de
Jesucristo a Dios.
En Getsemaní, Jesús sometió totalmente su voluntad al Padre (Mateo
26:39) por devoción a Dios y amor por el mundo. Cristo, el Cordero
perfecto, subió al altar de Dios para el sacrificio por su propia
voluntad. Esta ofrenda perfecta agradó a Dios eternamente.
Ahora nosotros podemos complacerlo al caminar en amor y atender las
necesidades de los demás en lugar de pensar sólo en nosotros mismos
(Efesios 5:2). Pablo llamó a las ofrendas misioneras de los
filipenses "sacrificio de olor fragante aceptable y agradable a
Dios" (Filipenses 4:18). Cada aporte financiero dado en sacrificio
personal le agrada muchísimo. Por otra parte, cuando sacrificamos
nuestro derecho a ser amargos e implacables con el fin de elegir el
amor, nuestra acción impregna la sala del trono de Dios como un
dulce aroma.
Vamos a llenar el cielo con ese aroma. . . y al mundo con el
conocimiento de Jesús!
38 días menos, pero 327 restan aún para dar ese aroma!
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