Números
11:24-35
24 Así que Moisés salió y comunicó al pueblo las palabras del Señor.
Juntó a los setenta ancianos y los colocó alrededor del tabernáculo. 25 Después
el Señordescendió
en la nube y le habló a Moisés. Entonces les dio a los setenta ancianos del
mismo Espíritu que estaba sobre Moisés; y cuando el Espíritu se posó sobre
ellos, los ancianos profetizaron; pero esto nunca volvió a suceder.
26 Sin embargo, dos hombres, Eldad y Medad, se habían quedado en el
campamento. Ellos estaban incluidos en la lista de los ancianos, pero no se
presentaron en el tabernáculo. Aun así, el Espíritu también se posó sobre ellos
y profetizaron allí en el campamento. 27 Un
joven corrió y le informó a Moisés: «¡Eldad y Medad están profetizando en el
campamento!».
28 Entonces Josué, hijo de Nun, que era ayudante de Moisés desde su
juventud, protestó:
—Moisés, mi señor, ¡detenlos!
29 Pero Moisés respondió:
—¿Estás celoso por mí? Ya quisiera que todos los del pueblo del Señor fueran
profetas y que el Señor pusiera
su Espíritu sobre todos.
30 Entonces Moisés regresó al campamento con los ancianos de Israel.
El Señor envía
codornices
31 Ahora bien, el Señor envió
un viento que trajo codornices desde el mar y las dejó caer por todo el
campamento. Había codornices por kilómetros en todas las direcciones, volando
como a un metro del suelo. 32 Así
que el pueblo salió y atrapó codornices todo ese día, a lo largo de la noche y
también todo el día siguiente. ¡Nadie recogió menos de cincuenta canastas!
Entonces esparcieron las codornices por todo el campamento y las pusieron a
secar.33 Pero
mientras se saciaban de carne —cuando aún estaba en sus bocas—, el enojo del Señor se
encendió contra el pueblo y los castigó con una plaga muy grave. 34 Así
que ese lugar fue llamado Kibrot-hataava (que significa «tumbas de glotonería»)
porque allí enterraron a la gente que codiciaba la carne de Egipto. 35 Después,
los israelitas viajaron de Kibrot-hataava a Hazerot, donde se quedaron por algún
tiempo.

Números 12
Quejas de Miriam y Aarón
Mientras estaban en Hazerot, Miriam y Aarón criticaron a Moisés
porque se había casado con una cusita. 2 Dijeron:
«¿Ha hablado el Señor solamente
por medio de Moisés? ¿Acaso no ha hablado también a través de
nosotros?». Y el Señor los
oyó. 3 (Ahora
bien, Moisés era muy humilde, más que cualquier otra persona en la
tierra).
4 Así que, el Señor llamó
de inmediato a Moisés, a Aarón y a Miriam y les dijo: «¡Vayan los
tres al tabernáculo!»;
y los tres fueron allí. 5 Entonces
el Señordescendió
en la columna de nube y se detuvo en la entrada del tabernáculo.«¡Aarón
y Miriam!», llamó él. Ellos dieron un paso al frente 6 y
el Señor les
habló: «Escuchen lo que voy a decir:
»Si hubiera profetas entre ustedes,
yo,
el Señor,
me revelaría en visiones;
les
hablaría en sueños.
7 Pero no con mi siervo Moisés.
De
toda mi casa, él es en quien confío.
8 Yo le hablo a él cara a cara,
¡con
claridad y no en acertijos!
Él
ve al Señor como
él es.
¿Entonces, por qué no tuvieron temor de
criticar
a mi siervo Moisés?».
9 El Señor estaba
muy enojado con ellos y se fue. 10 Cuando
la nube dejó de estar encima del tabernáculo, allí estaba Miriam,
con su piel tan blanca como la nieve, leprosa. Cuando
Aarón vio lo que había pasado con ella, 11 clamó
a Moisés: «¡Oh, mi señor! ¡Por favor, no nos castigues por este
pecado que tan neciamente cometimos! 12 No
dejes que ella sea como un bebé que nace muerto y que ya está en
descomposición».
13 Entonces Moisés clamó al Señor:
—¡Oh Dios, te suplico que la sanes!
14 Pero el Señor le
dijo a Moisés:
—Si el padre de Miriam tan solo la escupiera en la cara, ¿no duraría
su contaminación siete días? Por lo tanto, mantenla fuera del
campamento durante siete días y después podrá ser aceptada de nuevo.
15 Así que Miriam permaneció fuera del campamento durante
siete días, y el pueblo esperó hasta que la trajeron para continuar
su viaje. 16 Fue
entonces cuando salieron de Hazerot y acamparon en el desierto de
Parán.
Números 13
Doce espías exploran Canaán
El Señor le
dijo a Moisés: 2 «Envía
hombres a explorar la tierra de Canaán, la tierra que les daré a los
israelitas. Envía a un jefe de cada una de las doce tribus de sus
antepasados». 3 Entonces
Moisés hizo lo que el Señor le
ordenó y envió a doce hombres desde el campamento en el desierto de
Parán, todos jefes de las tribus de Israel. 4 Estas
eran las tribus y los nombres de sus jefes:
Tribu |
Jefe |
de Rubén |
Samúa, hijo de Zacur |
5 de Simeón |
Safat, hijo de Hori |
6 de Judá |
Caleb, hijo de Jefone |
7 de Isacar |
Igal, hijo de José |
8 de Efraín |
Oseas, hijo de Nun |
9 de Benjamín |
Palti, hijo de Rafú |
10 de Zabulón |
Gadiel, hijo de Sodi |
11 de Manasés, hijo de José |
Gadi, hijo de Susi |
12 de Dan |
Amiel, hijo de Gemali |
13 de Aser |
Setur, hijo de Micael |
14 de Neftalí |
Nahbi, hijo de Vapsi |
15 de Gad |
Geuel, hijo de Maqui |
16 Estos son los nombres de los hombres que Moisés envió a
explorar la tierra. (A Oseas, hijo de Nun, Moisés le dio el nombre
de Josué).
17 Moisés envió a los hombres a explorar la tierra y les dio
las siguientes instrucciones: «Vayan al norte a través del Neguev
hasta la zona montañosa.18 Fíjense
cómo es la tierra y averigüen si sus habitantes son fuertes o
débiles, pocos o muchos. 19 Observen
cómo es la tierra en que habitan. ¿Es buena o mala? ¿Viven en
ciudades amuralladas o sin protección, a campo abierto? 20 El
terreno, ¿es fértil o estéril? ¿Abundan los árboles? Hagan todo lo
posible por traer muestras de las cosechas que encuentren». (Era la
temporada de la cosecha de las primeras uvas maduras).
21 Así que subieron y exploraron la tierra desde el desierto
de Zin hasta Rehob, cerca de Lebo-hamat. 22 Yendo
al norte, atravesaron el Neguev y llegaron a Hebrón donde vivían
Ahimán, Sesai y Talmai, todos descendientes de Anac. (La antigua
ciudad de Hebrón fue fundada siete años antes de la ciudad egipcia
de Zoán). 23 Cuando
llegaron al valle de Escol, cortaron una rama con un solo racimo de
uvas, tan grande ¡que tuvieron que transportarlo en un palo, entre
dos! También llevaron muestras de granadas e higos. 24 A
ese lugar se le llamó el valle de Escol (que significa «racimo») por
el racimo de uvas que los israelitas cortaron allí.
Informe de los espías
25 Después de explorar la tierra durante cuarenta días, los
hombres regresaron 26 a
Moisés, a Aarón y a toda la comunidad de Israel en Cades, en el
desierto de Parán. Informaron a toda la comunidad lo que vieron y
les mostraron los frutos que tomaron de la tierra. 27 Este
fue el informe que dieron a Moisés: «Entramos en la tierra a la cual
nos enviaste a explorar y en verdad es un país sobreabundante, una
tierra donde fluyen la leche y la miel. Aquí está la clase de frutos
que allí se producen. 28 Sin
embargo, el pueblo que la habita es poderoso y sus ciudades son
grandes y fortificadas. ¡Hasta vimos gigantes allí, los
descendientes de Anac! 29 Los
amalecitas viven en el Neguev y los hititas, los jebuseos y los
amorreos viven en la zona montañosa. Los cananeos viven a lo largo
de la costa del mar Mediterráneo y
a lo largo del valle del Jordán».
30 Pero Caleb trató de calmar al pueblo que se encontraba ante
Moisés.
—¡Vamos enseguida a tomar la tierra! —dijo—. ¡De seguro podemos
conquistarla!
31 Pero los demás hombres que exploraron la tierra con él, no
estuvieron de acuerdo:
—¡No podemos ir contra ellos! ¡Son más fuertes que nosotros!
32 Entonces comenzaron a divulgar entre los israelitas el
siguiente mal informe sobre la tierra: «La tierra que atravesamos y
exploramos devorará a todo aquel que vaya a vivir allí. ¡Todos los
habitantes que vimos son enormes!33 Hasta
había gigantes, los
descendientes de Anac. ¡Al lado de ellos nos sentíamos como
saltamontes y así nos miraban ellos!».

Marcos 14:22-52
22 Mientras comían, Jesús tomó un poco de pan y lo bendijo.
Luego lo partió en trozos, lo dio a sus discípulos y dijo: «Tómenlo,
porque esto es mi cuerpo».
23 Y tomó en sus manos una copa de vino y dio gracias a Dios
por ella. Se la dio a ellos, y todos bebieron de la copa. 24 Y
les dijo: «Esto
es mi sangre, la cual confirma el pacto entre
Dios y su pueblo. Es derramada como sacrificio por muchos. 25 Les
digo la verdad, no volveré a beber vino hasta el día en que lo beba
nuevo en el reino de Dios».
26 Luego cantaron un himno y salieron al monte de los Olivos.
Jesús predice la negación de Pedro
27 En el camino, Jesús les dijo: «Todos
ustedes me abandonarán, porque las Escrituras dicen:
“Dios golpeará al
Pastor,
y
las ovejas se dispersarán”.
28 Sin
embargo, después de ser levantado de los muertos, iré delante de
ustedes a Galilea y allí los veré».
29 Pedro le dijo:
—Aunque todos te abandonen, yo jamás lo haré.
30 Jesús respondió:
—Te digo la verdad, Pedro: esta misma noche, antes de que cante el
gallo dos veces, negarás tres veces que me conoces.
31 —¡No! —exclamó Pedro enfáticamente—. Aunque tenga que morir
contigo, ¡jamás te negaré!
Y los demás juraron lo mismo.
Jesús ora en Getsemaní
32 Fueron al huerto de olivos llamado Getsemaní, y Jesús dijo: «Siéntense
aquí mientras yo voy a orar». 33 Se
llevó a Pedro, a Santiago y a Juan y comenzó a afligirse y
angustiarse profundamente. 34 Les
dijo: «Mi
alma está destrozada de tanta tristeza, hasta el punto de la muerte.
Quédense aquí y velen conmigo».
35 Se adelantó un poco más y cayó en tierra. Pidió en oración
que, si fuera posible, pasara de él la horrible hora que le
esperaba. 36 «Abba,
Padre —clamó—, todo
es posible para ti. Te pido que quites esta copa de sufrimiento de
mí. Sin embargo, quiero que se haga tu voluntad, no la mía».
37 Luego volvió y encontró a los discípulos dormidos. Le dijo
a Pedro: «Simón,
¿estás dormido? ¿No pudiste velar conmigo ni siquiera una hora? 38 Velen
y oren para que no cedan ante la tentación, porque el espíritu está
dispuesto, pero el cuerpo es débil».
39 Entonces Jesús los dejó otra vez e hizo la misma oración
que antes.40 Cuando
regresó de nuevo adonde estaban ellos, los encontró dormidos porque
no podían mantener los ojos abiertos. Y no sabían qué decir.
41 Cuando volvió a ellos por tercera vez, les dijo: «Adelante,
duerman, descansen; pero no, la hora ha llegado. El Hijo del Hombre
es traicionado y entregado en manos de pecadores. 42 Levántense,
vamos. ¡Miren, el que me traiciona ya está aquí!».
Traicionan y arrestan a Jesús
43 En ese mismo instante, mientras Jesús todavía hablaba,
llegó Judas, uno de los doce discípulos, junto con una multitud de
hombres armados con espadas y palos. Los habían enviado los
principales sacerdotes, los maestros de la ley religiosa y los
ancianos. 44 El
traidor, Judas, había acordado previamente con ellos una señal:
«Sabrán a cuál arrestar cuando yo lo salude con un beso. Entonces
podrán llevárselo bajo custodia». 45 En
cuanto llegaron, Judas se acercó a Jesús. «¡Rabí!», exclamó,
y le dio el beso.
46 Entonces los otros agarraron a Jesús y lo arrestaron; 47 pero
uno de los hombres que estaban con Jesús sacó su espada e hirió al
esclavo del sumo sacerdote cortándole una oreja.
48 Jesús les preguntó: «¿Acaso
soy un peligroso revolucionario, para que vengan con espadas y palos
para arrestarme? 49 ¿Por
qué no me arrestaron en el templo? Estuve enseñando allí entre
ustedes todos los días. Pero estas cosas suceden para que se cumpla
lo que dicen las Escrituras acerca de mí».
50 Entonces todos sus discípulos lo abandonaron y huyeron. 51 Un
joven que los seguía solamente llevaba puesta una camisa de noche de
lino. Cuando la turba intentó agarrarlo, 52 su
camisa de noche se deslizó y huyó desnudo.


Salmos
52
1
Para el director del coro: salmo de
David, acerca de cuando Doeg, el edomita, le dijo a Saúl: «David
fue a ver a Ahimelec».
1 ¿Por qué te jactas de tus delitos, gran guerrero?
¿No
te das cuenta de que la justicia de Dios permanece para
siempre?
2 Todo el día conspiras destrucción.
Tu
lengua es cortante como una navaja afilada;
eres
experto en decir mentiras.
3 Amas el mal más que el bien
y
las mentiras más que la verdad. Interludio
4 Te encanta destruir a la gente con tus palabras,
¡mentiroso!
5 Pero Dios te herirá de muerte de una vez por todas;
te
sacará de tu casa
y
te desarraigará de la tierra de los vivientes. Interludio
6 Los justos lo verán y se asombrarán;
se
reirán y dirán:
7 «Miren lo que les pasa a los guerreros poderosos
que
no ponen su confianza en Dios,
sino que confían en sus riquezas
y
se vuelven más y más atrevidos en su maldad».
8 Pero yo soy como un olivo que florece en la casa de
Dios
y
siempre confiaré en su amor inagotable.
9 Te alabaré para siempre, oh Dios,
por
lo que has hecho.
Confiaré en tu buen nombre
en
presencia de tu pueblo fiel.
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