Compartir

9 de Marzo
 

<

 

>

 

 

Números 11:24-35

24 Así que Moisés salió y comunicó al pueblo las palabras del Señor. Juntó a los setenta ancianos y los colocó alrededor del tabernáculo.[b] 25 Después el Señordescendió en la nube y le habló a Moisés. Entonces les dio a los setenta ancianos del mismo Espíritu que estaba sobre Moisés; y cuando el Espíritu se posó sobre ellos, los ancianos profetizaron; pero esto nunca volvió a suceder.

26 Sin embargo, dos hombres, Eldad y Medad, se habían quedado en el campamento. Ellos estaban incluidos en la lista de los ancianos, pero no se presentaron en el tabernáculo. Aun así, el Espíritu también se posó sobre ellos y profetizaron allí en el campamento. 27 Un joven corrió y le informó a Moisés: «¡Eldad y Medad están profetizando en el campamento!».

28 Entonces Josué, hijo de Nun, que era ayudante de Moisés desde su juventud, protestó:

—Moisés, mi señor, ¡detenlos!

29 Pero Moisés respondió:

—¿Estás celoso por mí? Ya quisiera que todos los del pueblo del Señor fueran profetas y que el Señor pusiera su Espíritu sobre todos.

30 Entonces Moisés regresó al campamento con los ancianos de Israel.

El Señor envía codornices

31 Ahora bien, el Señor envió un viento que trajo codornices desde el mar y las dejó caer por todo el campamento. Había codornices por kilómetros en todas las direcciones, volando como a un metro del suelo.[c] 32 Así que el pueblo salió y atrapó codornices todo ese día, a lo largo de la noche y también todo el día siguiente. ¡Nadie recogió menos de cincuenta canastas[d]! Entonces esparcieron las codornices por todo el campamento y las pusieron a secar.33 Pero mientras se saciaban de carne —cuando aún estaba en sus bocas—, el enojo del Señor se encendió contra el pueblo y los castigó con una plaga muy grave. 34 Así que ese lugar fue llamado Kibrot-hataava (que significa «tumbas de glotonería») porque allí enterraron a la gente que codiciaba la carne de Egipto. 35 Después, los israelitas viajaron de Kibrot-hataava a Hazerot, donde se quedaron por algún tiempo.

IR ARRIBA

 

Números 12

Quejas de Miriam y Aarón

Mientras estaban en Hazerot, Miriam y Aarón criticaron a Moisés porque se había casado con una cusita. Dijeron: «¿Ha hablado el Señor solamente por medio de Moisés? ¿Acaso no ha hablado también a través de nosotros?». Y el Señor los oyó. (Ahora bien, Moisés era muy humilde, más que cualquier otra persona en la tierra).

Así que, el Señor llamó de inmediato a Moisés, a Aarón y a Miriam y les dijo: «¡Vayan los tres al tabernáculo[a]!»; y los tres fueron allí. Entonces el Señordescendió en la columna de nube y se detuvo en la entrada del tabernáculo.[b]«¡Aarón y Miriam!», llamó él. Ellos dieron un paso al frente y el Señor les habló: «Escuchen lo que voy a decir:

»Si hubiera profetas entre ustedes,
    yo, el Señor, me revelaría en visiones;
    les hablaría en sueños.
Pero no con mi siervo Moisés.
    De toda mi casa, él es en quien confío.
Yo le hablo a él cara a cara,
    ¡con claridad y no en acertijos!
    Él ve al Señor como él es.
¿Entonces, por qué no tuvieron temor de
    criticar a mi siervo Moisés?».

El Señor estaba muy enojado con ellos y se fue. 10 Cuando la nube dejó de estar encima del tabernáculo, allí estaba Miriam, con su piel tan blanca como la nieve, leprosa.[c] Cuando Aarón vio lo que había pasado con ella, 11 clamó a Moisés: «¡Oh, mi señor! ¡Por favor, no nos castigues por este pecado que tan neciamente cometimos! 12 No dejes que ella sea como un bebé que nace muerto y que ya está en descomposición».

13 Entonces Moisés clamó al Señor:

—¡Oh Dios, te suplico que la sanes!

14 Pero el Señor le dijo a Moisés:

—Si el padre de Miriam tan solo la escupiera en la cara, ¿no duraría su contaminación siete días? Por lo tanto, mantenla fuera del campamento durante siete días y después podrá ser aceptada de nuevo.

15 Así que Miriam permaneció fuera del campamento durante siete días, y el pueblo esperó hasta que la trajeron para continuar su viaje. 16 Fue entonces cuando salieron de Hazerot y acamparon en el desierto de Parán.

Números 13

Doce espías exploran Canaán

El Señor le dijo a Moisés: «Envía hombres a explorar la tierra de Canaán, la tierra que les daré a los israelitas. Envía a un jefe de cada una de las doce tribus de sus antepasados». Entonces Moisés hizo lo que el Señor le ordenó y envió a doce hombres desde el campamento en el desierto de Parán, todos jefes de las tribus de Israel. Estas eran las tribus y los nombres de sus jefes:

Tribu Jefe
de Rubén Samúa, hijo de Zacur
de Simeón Safat, hijo de Hori
de Judá Caleb, hijo de Jefone
de Isacar Igal, hijo de José
de Efraín Oseas, hijo de Nun
de Benjamín Palti, hijo de Rafú
10 de Zabulón Gadiel, hijo de Sodi
11 de Manasés, hijo de José Gadi, hijo de Susi
12 de Dan Amiel, hijo de Gemali
13 de Aser Setur, hijo de Micael
14 de Neftalí Nahbi, hijo de Vapsi
15 de Gad Geuel, hijo de Maqui

16 Estos son los nombres de los hombres que Moisés envió a explorar la tierra. (A Oseas, hijo de Nun, Moisés le dio el nombre de Josué).

17 Moisés envió a los hombres a explorar la tierra y les dio las siguientes instrucciones: «Vayan al norte a través del Neguev hasta la zona montañosa.18 Fíjense cómo es la tierra y averigüen si sus habitantes son fuertes o débiles, pocos o muchos. 19 Observen cómo es la tierra en que habitan. ¿Es buena o mala? ¿Viven en ciudades amuralladas o sin protección, a campo abierto? 20 El terreno, ¿es fértil o estéril? ¿Abundan los árboles? Hagan todo lo posible por traer muestras de las cosechas que encuentren». (Era la temporada de la cosecha de las primeras uvas maduras).

21 Así que subieron y exploraron la tierra desde el desierto de Zin hasta Rehob, cerca de Lebo-hamat. 22 Yendo al norte, atravesaron el Neguev y llegaron a Hebrón donde vivían Ahimán, Sesai y Talmai, todos descendientes de Anac. (La antigua ciudad de Hebrón fue fundada siete años antes de la ciudad egipcia de Zoán). 23 Cuando llegaron al valle de Escol, cortaron una rama con un solo racimo de uvas, tan grande ¡que tuvieron que transportarlo en un palo, entre dos! También llevaron muestras de granadas e higos. 24 A ese lugar se le llamó el valle de Escol (que significa «racimo») por el racimo de uvas que los israelitas cortaron allí.

Informe de los espías

25 Después de explorar la tierra durante cuarenta días, los hombres regresaron 26 a Moisés, a Aarón y a toda la comunidad de Israel en Cades, en el desierto de Parán. Informaron a toda la comunidad lo que vieron y les mostraron los frutos que tomaron de la tierra. 27 Este fue el informe que dieron a Moisés: «Entramos en la tierra a la cual nos enviaste a explorar y en verdad es un país sobreabundante, una tierra donde fluyen la leche y la miel. Aquí está la clase de frutos que allí se producen. 28 Sin embargo, el pueblo que la habita es poderoso y sus ciudades son grandes y fortificadas. ¡Hasta vimos gigantes allí, los descendientes de Anac! 29 Los amalecitas viven en el Neguev y los hititas, los jebuseos y los amorreos viven en la zona montañosa. Los cananeos viven a lo largo de la costa del mar Mediterráneo[a] y a lo largo del valle del Jordán».

30 Pero Caleb trató de calmar al pueblo que se encontraba ante Moisés.

—¡Vamos enseguida a tomar la tierra! —dijo—. ¡De seguro podemos conquistarla!

31 Pero los demás hombres que exploraron la tierra con él, no estuvieron de acuerdo:

—¡No podemos ir contra ellos! ¡Son más fuertes que nosotros!

32 Entonces comenzaron a divulgar entre los israelitas el siguiente mal informe sobre la tierra: «La tierra que atravesamos y exploramos devorará a todo aquel que vaya a vivir allí. ¡Todos los habitantes que vimos son enormes!33 Hasta había gigantes,[b] los descendientes de Anac. ¡Al lado de ellos nos sentíamos como saltamontes y así nos miraban ellos!».

 

IR ARRIBA

 

Marcos 14:22-52

22 Mientras comían, Jesús tomó un poco de pan y lo bendijo. Luego lo partió en trozos, lo dio a sus discípulos y dijo: «Tómenlo, porque esto es mi cuerpo».

23 Y tomó en sus manos una copa de vino y dio gracias a Dios por ella. Se la dio a ellos, y todos bebieron de la copa. 24 Y les dijo: «Esto es mi sangre, la cual confirma el pacto[e] entre Dios y su pueblo. Es derramada como sacrificio por muchos. 25 Les digo la verdad, no volveré a beber vino hasta el día en que lo beba nuevo en el reino de Dios».

26 Luego cantaron un himno y salieron al monte de los Olivos.

Jesús predice la negación de Pedro

27 En el camino, Jesús les dijo: «Todos ustedes me abandonarán, porque las Escrituras dicen:

“Dios golpeará[f] al Pastor,
    y las ovejas se dispersarán”.

28 Sin embargo, después de ser levantado de los muertos, iré delante de ustedes a Galilea y allí los veré».

29 Pedro le dijo:

—Aunque todos te abandonen, yo jamás lo haré.

30 Jesús respondió:

—Te digo la verdad, Pedro: esta misma noche, antes de que cante el gallo dos veces, negarás tres veces que me conoces.

31 —¡No! —exclamó Pedro enfáticamente—. Aunque tenga que morir contigo, ¡jamás te negaré!

Y los demás juraron lo mismo.

Jesús ora en Getsemaní

32 Fueron al huerto de olivos llamado Getsemaní, y Jesús dijo: «Siéntense aquí mientras yo voy a orar». 33 Se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan y comenzó a afligirse y angustiarse profundamente. 34 Les dijo: «Mi alma está destrozada de tanta tristeza, hasta el punto de la muerte. Quédense aquí y velen conmigo».

35 Se adelantó un poco más y cayó en tierra. Pidió en oración que, si fuera posible, pasara de él la horrible hora que le esperaba. 36 «Abba, Padre[g] —clamó—, todo es posible para ti. Te pido que quites esta copa de sufrimiento de mí. Sin embargo, quiero que se haga tu voluntad, no la mía».

37 Luego volvió y encontró a los discípulos dormidos. Le dijo a Pedro: «Simón, ¿estás dormido? ¿No pudiste velar conmigo ni siquiera una hora? 38 Velen y oren para que no cedan ante la tentación, porque el espíritu está dispuesto, pero el cuerpo es débil».

39 Entonces Jesús los dejó otra vez e hizo la misma oración que antes.40 Cuando regresó de nuevo adonde estaban ellos, los encontró dormidos porque no podían mantener los ojos abiertos. Y no sabían qué decir.

41 Cuando volvió a ellos por tercera vez, les dijo: «Adelante, duerman, descansen; pero no, la hora ha llegado. El Hijo del Hombre es traicionado y entregado en manos de pecadores. 42 Levántense, vamos. ¡Miren, el que me traiciona ya está aquí!».

Traicionan y arrestan a Jesús

43 En ese mismo instante, mientras Jesús todavía hablaba, llegó Judas, uno de los doce discípulos, junto con una multitud de hombres armados con espadas y palos. Los habían enviado los principales sacerdotes, los maestros de la ley religiosa y los ancianos. 44 El traidor, Judas, había acordado previamente con ellos una señal: «Sabrán a cuál arrestar cuando yo lo salude con un beso. Entonces podrán llevárselo bajo custodia». 45 En cuanto llegaron, Judas se acercó a Jesús. «¡Rabí!»,[h] exclamó, y le dio el beso.

46 Entonces los otros agarraron a Jesús y lo arrestaron; 47 pero uno de los hombres que estaban con Jesús sacó su espada e hirió al esclavo del sumo sacerdote cortándole una oreja.

48 Jesús les preguntó: «¿Acaso soy un peligroso revolucionario, para que vengan con espadas y palos para arrestarme? 49 ¿Por qué no me arrestaron en el templo? Estuve enseñando allí entre ustedes todos los días. Pero estas cosas suceden para que se cumpla lo que dicen las Escrituras acerca de mí».

50 Entonces todos sus discípulos lo abandonaron y huyeron. 51 Un joven que los seguía solamente llevaba puesta una camisa de noche de lino. Cuando la turba intentó agarrarlo, 52 su camisa de noche se deslizó y huyó desnudo.

 

IR ARRIBA

IR ARRIBA

Salmos 52

1

Para el director del coro: salmo[a] de David, acerca de cuando Doeg, el edomita, le dijo a Saúl: «David fue a ver a Ahimelec».

¿Por qué te jactas de tus delitos, gran guerrero?
    ¿No te das cuenta de que la justicia de Dios permanece para siempre?
Todo el día conspiras destrucción.
    Tu lengua es cortante como una navaja afilada;
    eres experto en decir mentiras.
Amas el mal más que el bien
    y las mentiras más que la verdad. Interludio

Te encanta destruir a la gente con tus palabras,
    ¡mentiroso!
Pero Dios te herirá de muerte de una vez por todas;
    te sacará de tu casa
    y te desarraigará de la tierra de los vivientes. Interludio

Los justos lo verán y se asombrarán;
    se reirán y dirán:
«Miren lo que les pasa a los guerreros poderosos
    que no ponen su confianza en Dios,
sino que confían en sus riquezas
    y se vuelven más y más atrevidos en su maldad».

Pero yo soy como un olivo que florece en la casa de Dios
    y siempre confiaré en su amor inagotable.
Te alabaré para siempre, oh Dios,
    por lo que has hecho.
Confiaré en tu buen nombre
    en presencia de tu pueblo fiel.

IR ARRIBA

 

 

<

>

 

Compartir

 

Iglesia Cristiana Centro de Restauración · ICCR · Florencio Varela · Argentina · +54 (011) 4287 4106 · contacto@iglesiarestauracion.com.ar