El hijo sabio acepta la disciplina de sus padres;
el
burlón se niega a escuchar la corrección.
2 Con palabras sabias te conseguirás una buena
comida,
pero
la gente traicionera tiene hambre de violencia.
3 Los que controlan su lengua tendrán una larga
vida;
el
abrir la boca puede arruinarlo todo.
4 Los perezosos ambicionan mucho y obtienen poco,
pero
los que trabajan con esmero prosperarán.
5 Los justos odian las mentiras;
los
perversos son motivo de vergüenza y deshonra.
6 La justicia protege el camino del intachable,
pero
el pecado engaña a los malvados.
7 Hay quienes son pobres y se hacen pasar por
ricos;
hay
otros que, siendo ricos, se hacen pasar por pobres.
8 El rico puede pagar rescate por su vida,
pero
al pobre ni siquiera lo amenazan.
9 La vida del justo está llena de luz y de
alegría,
pero
la luz del pecador se apagará.
10 El orgullo lleva a conflictos;
los
que siguen el consejo son sabios.
11 La riqueza lograda de la noche a la mañana
pronto desaparece;
pero
la que es fruto del arduo trabajo aumenta con el tiempo.
12 La esperanza postergada aflige al corazón,
pero
un sueño cumplido es un árbol de vida.
13 Los que desprecian el consejo buscan problemas;
los
que respetan un mandato tendrán éxito.
14 La instrucción de los sabios es como una fuente
que da vida;
los
que la aceptan evitan las trampas de la muerte.
15 Una persona de buen juicio es respetada;
una
persona traicionera va directo a la destrucción.
16 Las personas sabias piensan antes de actuar;
los
necios no lo hacen y hasta se jactan de su necedad.
17 El mensajero no confiable cae en problemas,
pero
el mensajero fiel trae alivio.
18 Si desprecias la crítica constructiva, acabarás
en pobreza y deshonra;
si
aceptas la corrección, recibirás honra.
19 Es agradable ver que los sueños se hacen
realidad,
pero
los necios se niegan a abandonar el mal para
alcanzarlos.
20 Camina con sabios y te harás sabio;
júntate
con necios y te meterás en dificultades.
21 Los problemas persiguen a los pecadores,
mientras
que las bendiciones recompensan a los justos.
22 La gente buena deja una herencia a sus nietos,
pero
la riqueza de los pecadores pasa a manos de los justos.
23 La granja del pobre puede que produzca mucho
alimento,
pero
la injusticia arrasa con todo.
24 Quienes no emplean la vara de disciplina odian
a sus hijos.
Los
que en verdad aman a sus hijos se preocupan lo
suficiente para disciplinarlos.
25 Los justos comen hasta quedar bien satisfechos,
pero
el estómago de los perversos quedará vacío.