La confianza en el Señor
Hijo mío, nunca olvides las cosas que te he enseñado;
guarda
mis mandatos en tu corazón.
2 Si así lo haces, vivirás muchos años,
y
tu vida te dará satisfacción.
3 ¡Nunca permitas que la lealtad ni la bondad te
abandonen!
Átalas
alrededor de tu cuello como un recordatorio.
Escríbelas
en lo profundo de tu corazón.
4 Entonces tendrás tanto el favor de Dios como el de
la gente,
y
lograrás una buena reputación.
5 Confía en el Señor con
todo tu corazón;
no
dependas de tu propio entendimiento.
6 Busca su voluntad en todo lo que hagas,
y
él te mostrará cuál camino tomar.
7 No te dejes impresionar por tu propia sabiduría.
En
cambio, teme al Señor y
aléjate del mal.
8 Entonces dará salud a tu cuerpo
y
fortaleza a tus huesos.
9 Honra al Señor con
tus riquezas
y
con lo mejor de todo lo que produces.
10 Entonces él llenará tus graneros,
y
tus tinajas se desbordarán de buen vino.
11 Hijo mío, no rechaces la disciplina del Señor
ni
te enojes cuando te corrige.
12 Pues el Señor corrige
a los que ama,
tal
como un padre corrige al hijo que es su deleite.
13 Alegre es el que encuentra sabiduría,
el
que adquiere entendimiento.
14 Pues la sabiduría da más ganancia que la plata
y
su paga es mejor que el oro.
15 La sabiduría es más preciosa que los rubíes;
nada
de lo que desees puede compararse con ella.
16 Con la mano derecha, te ofrece una larga vida;
con
la izquierda, riquezas y honor.
17 Te guiará por sendas agradables,
todos
sus caminos dan satisfacción.
18 La sabiduría es un árbol de vida a los que la
abrazan;
felices
son los que se aferran a ella.
19 Con sabiduría el Señor fundó
la tierra,
con
entendimiento creó los cielos.
20 Con su conocimiento se abrieron las fuentes
profundas de la tierra
e
hizo que el rocío se asiente bajo el cielo nocturno.
21 Hijo mío, no pierdas de vista el sentido común ni
el discernimiento.
Aférrate
a ellos,
22 porque refrescarán tu alma;
son
como las joyas de un collar.
23 Te mantienen seguro en tu camino,
y
tus pies no tropezarán.
24 Puedes irte a dormir sin miedo;
te
acostarás y dormirás profundamente.
25 No hay por qué temer la calamidad repentina
ni
la destrucción que viene sobre los perversos,
26 porque el Señor es
tu seguridad.
Él
cuidará que tu pie no caiga en una trampa.
27 No dejes de hacer el bien a todo el que lo merece,
cuando
esté a tu alcance ayudarlos.
28 Si puedes ayudar a tu prójimo hoy, no le digas:
«Vuelve
mañana y entonces te ayudaré».
29 No trames hacerle daño a tu vecino,
porque
los que viven cerca confían en ti.
30 No busques pelea sin motivo,
cuando
nadie te ha hecho daño.
31 No envidies a las personas violentas,
ni
imites su conducta.
32 El Señor detesta
a esa gente perversa;
en
cambio, ofrece su amistad a los justos.
33 El Señor maldice
la casa del perverso,
pero
bendice el hogar de los justos.
34 El Señor se
burla de los burlones,
pero
muestra su bondad a los humildes.
35 Los sabios heredan honra,
¡pero
los necios son avergonzados!