Jesús dio a sus discípulos el ejemplo de una vida determinada.
Estaba decidido a cumplir su propósito de venir a esta tierra. Él no
toleraba una mente de doble ánimo en sus seguidores. Quería que sean
determinados, resueltos, audaces y constantes. Él los desafió a
dejar totalmente de lado sus comodidades, deseos mundanos, y
ataduras con la familia (tanto vivos como muertos) con el fin de
poner sus manos en el "arado del evangelio."
Para seguirlo, sus discípulos tenían que ser como él. En los últimos
días de su vida, Él dio dos simples órdenes: "ven" y "anda". En
primer lugar, él mandó, "Ven, sé mi discípulo" (Lucas 9:59),
animándoles a imitar su ejemplo de determinación. A continuación,
los desafió, diciendo: "Vayan ahora, y recuerden que yo los envío
como corderos en medio de lobos" (Lucas 10:3). A los discípulos se
les dio instrucciones claras de no perder tiempo en saludos en el
camino o retrasarse en las ciudades que rechazaran el mensaje del
evangelio.
El tiempo es lo primordial cuando la cosecha está madura y se
aproxima una tormenta. Del mismo modo, hay una cosecha espiritual de
las almas que esperan para ser cosechadas. Debemos dejar atrás las
distracciones terrenales y trabajar con pasión para Dios, como lo
hizo Jesús, reconociendo que "hay poco tiempo que queda antes de que
caiga la noche y todo el trabajo llega a su fin" (Juan 9:4).
La Ley ordenó: "No ares con un buey y un burro unidos al mismo yugo"
(Deuteronomio 22:10). Así, si conectás el arado del evangelio, no lo
mezcles con la compañía equivocada. Sé de una sola mente y decidido,
esforzándote "...hasta llegar al final de la carrera para recibir el
premio celestial al cual Dios nos llama por medio de Cristo Jesús."
(Filipenses 3:14).
91 días pasaron. 274 están por delante para determinarte a hacer la
voluntad de Dios y cumplir el propósito de tu vida!
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