Un corazón orgulloso, duro, no presta atención a la Palabra de Dios.
Israel era terco, obstinado, rebelde, y duro de corazón. ¿Cuántas
veces hemos seguido su ejemplo y vivido en los hábitos y patrones
que eran obviamente contrarios a la Palabra de Dios? Sin embargo, un
corazón tierno que recibe la Palabra de Dios y se somete a ella es
precioso para el Señor.
Jesús animó a sus discípulos a ser de un corazón noble y bueno, que
oyeran la Palabra, la retuvieran, y perseverando "produciría de
manera constante una gran cosecha" (Lucas 8:15). Cuanto más tiernos
nuestros corazones y más atentos nuestros oídos, más revelación nos
dará Dios (v. 18). La propia madre y los hermanos de Jesús no
calificaron tanto como los que oyeron la Palabra de Dios y la ponen
en práctica (v. 21).
Cuando leas algo en la Palabra de Dios, recibila con un corazón
honesto y abierto. Dale el primer lugar, aplicala, y deja que te
cambie. Mientras lo hacés, estarás cultivando la tierra de tu
corazón para una cosecha, a treinta, a sesenta, y a ciento por uno!
87 días pasaron. 278 restan para que la palabra sea tu guía y
dirección.
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