Dios ha dado dos grandes mandamientos, el primero de los cuales se
ocupa de la devoción y servicio a Dios. Números 4:1-33 explica cómo
las tres divisiones de los Levitas supervisaban tales tareas: debían
cuidar el tabernáculo, los muebles, y el patio con la máxima
precisión y dedicación. Del mismo modo, nuestro servicio a Dios no
es ser descuidado y desordenado, sino preciso, sincero y ferviente.
Cualquiera sea nuestro ministerio, ya sea pequeño o grande, debemos
servir al Señor con pasión. Tener aunque sea la más mínima
responsabilidad por las cosas sagradas es un privilegio!
El segundo mandamiento, amar al prójimo como a uno mismo, se ilustra
en Números 5:6-7 a través de la ley de la restitución. Con todo
nuestro esfuerzo, tenemos que hacer restitución con nuestros
vecinos, la reconciliación de las diferencias con ellos y tratarlos
con respeto y honor; porque Dios toma cuenta de nuestras relaciones
con los demás. Como cristianos, estamos obligados a hacer un
esfuerzo adicional caminando "la otra milla" para asegurar que
nuestras relaciones estén aseguradas en el amor.
Construyamos nuestra vida basados en el amor celoso tanto por Dios
como la humanidad. Ese amor es el Reino de Dios.
64 días pasaron... 301 restan para manifestar el amor a Dios. |