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Como uno de los dos grandes mandamientos que Jesús citó del Antiguo
Testamento, este consiste en ocho simples palabras que encarnan todo
lo demás: "Ama a tu prójimo como a ti mismo." Para los creyentes del
Nuevo Testamento, el Espíritu Santo enseña automáticamente a sus
corazones a hacer todo lo que se relaciona con este mandamiento.
Pero para aquellos que estaban bajo la ley, Dios tuvo que explicar
exactamente cómo debían comportarse.
Levítico 19 nos dice que Dios instruyó a su pueblo a ser generosos
(vs. 9-10) y dejar algo en los campos para los pobres. Él ordenó a
no robar, mentir o engañar a los otros (vs.11-13). Les mandó
respetar a los indefensos (v. 14) y no aprovecharse de ellos. Les
enseñó a juzgar a sus vecinos de manera justa, sin mostrar
favoritismo (v. 15). Finalmente, Él les dijo que no calumnien, no
aborrezcan a sus hermanos, o busquen venganza (vv. 16-18). Tan
simple como estos mandamientos suenan, les dio pasos prácticos para
llevar a la práctica: "Amarás a tu prójimo."
El amor es el cumplimiento de la ley y el más alto de los
mandamientos de Dios. En todas tus relaciones, aplicá esta "orden
real" (Santiago 2:8).
Dios te bendiga, y otros te lo agradecerán a cambio!
56 días pasaron, 309 restan para poner en práctica el amor de Dios. |