Inmundo era la palabra que los fariseos más temían. Ellos pasaban
horas lavando ollas, manchas y todo! Siguieron puntillosamente y aún
aumentaron a proporciones imposibles cada pequeño requisito
higiénico de la ley de Moisés. Jesús respondió a las objeciones de
los fariseos señalando que 'inmundo' se refiere más a un estado del
corazón que a un estado de las manos.
Las malas actitudes, la ira, los adulterios, y la arrogancia no
pueden ser retirados del corazón humano por mucho que laves tus
manos. A diferencia de los alimentos inmundos que simplemente se
procesan a través del cuerpo y de los desechos eliminados
naturalmente, las actitudes inmundas se asientan como un veneno en
el espíritu humano y esperan florecer en acciones.
Aaron aprendió el misterio de la limpieza ante Dios: "Entonces debe
sumergir su dedo en la sangre y rociará siete veces sobre el altar.
De esta manera, será limpia la profanación de Israel y volverá a su
antigua santidad." (Levítico 16:19). El agua puede limpiar el
cuerpo, pero sólo la sangre puede limpiar el espíritu!
Aplicá esa sangre a tu espíritu hoy!
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