Las llamas ardientes del candelero representan los "siete espíritus
de Dios" que se mencionan en Apocalipsis 4:5 que arden continua
y eternamente ante el trono de Dios. Debido a que la llama de la
adoración nunca cesa, un suministro interminable de aceite es
necesario.
Jesús habló de cinco vírgenes prudentes y cinco insensatas. La
principal diferencia entre los dos grupos fue que las prudentes
tomaron aceite extra para sus lámparas, mientras que las insensatas
no lo hicieron (Mateo 25:3-4). En esta parábola, las vírgenes
prudentes eran aquellas cuyas vidas estaban preparadas y listas para
el Esposo celestial. Eran como los siervos que fueron encontrados
usando sus talentos sabiamente cuando el Maestro regresó (v.19).
El punto de estos ejemplos es la preparación. En primer lugar es la
disposición de una vida constantemente llena del Espíritu Santo, una
vida ardiendo y brillando día y noche en la adoración. El segundo es
una vida que está atenta al llamamiento del esposo, negando las
codicias tontas que drenan el aceite. Finalmente es una vida
espiritualmente productiva, desarrollando talentos al máximo
potencial.
Mantenga sus lámparas llenas, limpias, y encendidas. El Esposo
vendrá cuando menos lo espera, y no habrá tiempo para encontrar el
aceite que necesita.
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